miércoles, 14 de noviembre de 2012

Riquezas en riesgo en el Cocibolca

Salvador Montenegro Guillén
salmon@cira-unan.edu.ni

La propuesta construcción del Gran Canal Interoceánico considera que cualquiera de las seis rutas que sea finalmente seleccionada, atravesará con un cauce de 90 kilómetros de longitud al Gran Lago Cocibolca, cuyas características fueron enunciadas en la nota “Dragado del Cocibolca: El gran problema del Canal” .

Además de atesorar la mayor reserva de agua dulce en Centroamérica, y hacerla accesible a los nicaragüenses, se ha identificado otro uso virtuoso para sus aguas: la capacidad para irrigar las planicies de Occidente, que contienen más de 600 mil hectáreas debajo de los 100 metros sobre el nivel del mar. En la Cumbre de los Pueblos en Cochabamba, 2009, el Presidente Ortega anunció la buena nueva del inicio de la irrigación de esos suelos feraces con aguas del Cocibolca para la producción de alimento para Nicaragua, y exportación de excedentes.

Para el desarrollo económico y social del país, la irrigación de estos suelos subutilizados sería la panacea que nos permitiría potenciar a Nicaragua como nunca antes. El Cocibolca tendría que destinar quizás unos 80 m3 x segundo de sus aguas para esto: una inversión muy importante de agua pero esencial para el desarrollo del país, sostenible ambientalmente. Ningún otro país en América podría hacer esto hoy.

He mencionado solamente dos usos trascendentes de las aguas del Cocibolca, que son particularmente sensibles a la presencia de contaminantes en el agua: agua potable para todos y agua para irrigación a gran escala; ambos continúan siendo diamantes sin tallar. De todos los cuerpos de agua nicaragüenses, subterráneos o superficiales, solamente el Cocibolca puede satisfacer las necesidades de la creciente población, que en próxima generación alcanzará diez millones de personas y necesitará unos 691 millones de litros diariamente.

Además del incremento en la demanda de agua potable, la demanda en alimentos también necesita satisfacerse con irrigación de cultivos y así depender menos de las irregulares e impredecibles cosechas estacionales, especialmente bajo el cambio y variabilidad climática actual.

Desafortunadamente aún no hemos podido transformar la riqueza hídrica nacional en la deseada prosperidad, y consecuente beneficio económico y social. Esto nos obligará a asociarnos para la construcción del GCI con terceros países que como inversionistas tomarán decisiones en el diseño, construcción y operación del canal, lo cual compromete riesgos porque estos intereses persiguen fines estratégicos y comerciales propios. Y, empresarios o gobiernos que no han tenido recato en transformar e impactar el ambiente en sus propios países, difícilmente lo tendrán con el nuestro: nos toca a los nicaragüenses asegurar la sostenibilidad del GCI y el futuro de Nicaragua, evitando un canal extranjero en territorio nacional.

Concretamente, los grandes riesgos enfrentados por Nicaragua en la construcción del CGI, si considera usar el obsoleto diseño del siglo diecinueve que atraviesa al Lago Cocibolca, son simples y trascendentes:

El cauce de 90 km de longitud por 150 – 200 m de ancho y más de 25 m de profundidad a través del somero Cocibolca, sería más costoso de mantener libre de sedimentos que el mismo esfuerzo de construirlo.

El riesgo de encallamiento en los taludes del angosto cauce por el impulso del viento es una probabilidad elevada, porque forma olas de más de cuatro metros. Los barcos grandes adolecen limitada maniobrabilidad, y en aguas turbulentas es inevitable una desgracia tarde o temprano.

El Gran Lago Cocibolca presenta fragilidad ambiental extrema ante contaminación por accidentes con hidrocarburos u otros tóxicos persistentes. La contaminación así causada en un cuerpo de agua dulce, y especialmente siendo continental, constituye irremediablemente el peor escenario de destrucción ambiental.

La tecnología existente para mitigación de derrames es sobre bahías y aguas marinas abiertas, donde transitan los supertanqueros. Acaecida una marea negra, ninguna medida de remediación resulta útil para salvaguardar la estricta calidad del agua potable o irrigación. Un derrame petrolero accidental o deliberado, contaminará las aguas inexorablemente, cuya consecuencia trágica para el futuro de nuestro país es el fin de la opción y esperanza de contar con agua para todos y para irrigar las 600 mil hectáreas, para siempre.

Otros riesgos, como la invasión de nuevas especies de organismos indeseables desde los océanos hacia el Gran Lago Cocibolca, o como el peligro de salinización por ingreso de agua marina, serían igualmente destructivos.

La mejor ruta para construir el Gran Canal Interoceánico de Nicaragua, es la que no atraviese las aguas del Gran Lago Cocibolca; una de las seis rutas desde el Caribe puede continuar su cauce por tierra hasta el Pacífico (después de todo, inicialmente “La Ruta por Nicaragua” fue El Realejo – Greytown), siguiendo las tierras bajas en el Graben o fosa tectónica de la cuenca, sin arriesgar al Cocibolca.

Las aguas de la Cuenca 69 podrían alimentar el funcionamiento del GCI, pero para ser “bien pensado, bien trabajado”, el GCI no debe atravesar el Gran Lago Cocibolca, que no debemos arriesgar “ni por todo el oro del mundo”.

Ninguna ruta canalera que atraviese el Gran Lago Cocibolca debe ser aceptada por nuestro pueblo ni Gobierno, dados el alto riesgo e insostenibilidad ambiental. El bienestar futuro de Nicaragua depende del futuro del Lago Cocibolca, y ningún gobierno debería ser recordado mañana por haber facilitado su destrucción.

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