viernes, 29 de abril de 2016

Buen Vivir y el Canal Interoceánico por Nicaragua


Alejandro Castro gozando de la paz que se vive en la comunidad rural de Bartola


Saúl Obregón
eldiegonica@yahoo.es

El Buen Vivir o Vivir Bien, son conceptos provenientes de los pueblos originarios de América Latina. Desde su propia formulación rompen con la lógica colonialista impuesta a través de los paradigmas del  “progreso” o “desarrollo” que, aunque comercializados como el Edén de la humanidad, han sido un engaño, una estafa para las grandes mayorías del continente. Bajo la promesa del “desarrollo” se han exterminado pueblos, contaminados ríos y destruido bosques, ahondando en las desigualdades y desordenes climáticos que reinan hoy en el mundo.

Con la llegada de los conquistadores a tierras indígenas se degradaron las relaciones de armonía que muchos de los pueblos originarios mantenían con la naturaleza, vinculando sus prácticas al atraso o la ignorancia. Mientras tanto, la forma civilizada de comportarse permitió a europeos consolidar enormes riquezas a partir del saqueo de los recursos naturales y la explotación de la mano de obra local o africana. A las poblaciones se nos impuso este modo de pensar y de relacionarnos con el entorno, resignándonos a aceptar los daños generados. Después de cinco siglos  y miles de ejemplos devastadores, las practicas y las promesas siguen teniendo el mismo sentido.

Los gobiernos de la región, progresistas y no progresistas, han hecho suyo el discurso del desarrollo, defendiendo y promoviendo a toda costa la inversión extranjera para el saqueo de los bienes comunes, esperando a cambio algunas prebendas y el aumento en la renta para fortalecer las bases que los mantienen en el poder. Un claro ejemplo lo tenemos en Nicaragua. En el 2013 el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) entregó a un inversionista extranjero, a través de una concesión por 100 años, gran parte del país para la construcción del Gran Canal Interoceánico, un mega-proyecto que según sus defensores pondrá a Nicaragua fuera de la pobreza. Aparte de las dimensiones del área entregada, el Canal no se diferencia de otros mega-proyectos que se imponen en la región como minería, hidroeléctricas, monocultivos o zonas especiales, donde las riquezas son concentradas y los costos sociales o ambientales externalizados.

Desde diversos movimientos populares y organizaciones ambientalistas hemos alertado sobre el peligro del Canal, señalando en el fondo la necesidad de cambiar la ruta hegemónica asumida por los empresarios-gobierno para construir nuevos horizontes donde la vida digna, la armonía con la naturaleza y la equidad dejan de ser anhelos de una sociedad imposible de alcanzar. Son muchos las experiencias que en América Latina se vienen forjando desde el Buen Vivir y en Río San Juan de Nicaragua, junto a la Reserva Biológica Indio-Maíz, encontramos en construcción una de ellas: la comunidad de Bartola  (www.facebook.com/indio.maiz). Durante cinco años he tenido el privilegio de acompañar - como parte de Fundación del Río - a dicha comunidad y es a raíz de la experiencia generada y del contexto que vivimos en la zona que comparto estas apreciaciones.

La comunidad de Bartola, de la mano con el turismos rural y comunitario, ha fortalecido una convivencia de armonía con la naturaleza. Desde el 2012 la llegada de visitantes ha aportado para diversificar los ingresos familiares y agregar valor al bosque y su biodiversidad. Las familias, en un corto plazo, han cambiado la forma de ver su entorno y se muestran orgullosas del lugar donde viven y de su cultura campesina, se preocupan por ajustar las actividades agropecuaria con buenas prácticas ambientales y están enseñando a sus hijos e hijas una nueva forma ver y  relacionarse con la naturaleza. La organización comunitaria ha sido uno de los elementos de mayor relevancia, dando vida en el 2013 a la Cooperativa de Turismo Sostenible Sol y Luna que dinamiza las actividades económicas, acciones de mejoramiento comunitario o de incidencia local y nacional. Las familias han ido rompiendo con la cultura individualista reinante en la sociedad y con entusiasmo se disponen a alcanzar metas colectivas, asumiéndose como sujetos capaces de construir sus propio destino. Hay una mayor compresión sobre la equidad en los derechos de hombres y mujeres y desde las familias se van construyendo relaciones de poder más horizontales. A partir de sus propios avances y mostrando la necesidad de complementarse, en vez de competir, desde Bartola se está animando a otras personas y organizaciones a forjar su propio Buen Vivir.

Para construir el canal interoceánico se expulsará de sus tierras a más de 100 mil personas que, en su mayoría campesina, están acusadas de ser pobres y por lo tanto vistas con menos derechos que otros y otras. Sobre ellas cae el peso de ser un obstáculos para el desarrollo donde solo la cultura del consumo y derroche tienen cabida. Se desprecia que, al igual que en Bartola, estas familias juegan un rol importantes para la sociedad y tienen un enorme potencial que con políticas públicas adecuadas y un acompañamiento comprometido de instituciones públicas podrían fortalecer y mejorar. En la zona se encuentran productores y productoras de cacao, leche o granos básicos que de manera individual o colectiva aportan para el sustento de las ciudades, guías turísticos o artesanos y carpinteros que construyen piezas de utilidad y belleza, todos ellos y sus modos de vida merecen respeto.

En la actualidad estamos frente a una serie de crisis que nos obligan a pensar y repensar donde estamos y hacia donde vamos, tomando como punto de partida que nuestro planeta, la Madre Tierra, tiene límites y que los seres humanos no somos sus dueños sino parte de ella. El canal por Nicaragua no considera estos elementos, es un eslabón más del despojo que obliga a resignarnos nuevamente ante la  contaminación de agua, el desplazamiento de personas, la destrucción de los bosque y la violación a los derechos humanos. El concepto de desarrollo, como buen hijo del sistema colonialista y capitalista, se basa en  espejismos que moldean nuestro pensamiento y elevan al mayor rango de las relaciones sociales la avaricia, el individualismo, la competencia o la rentabilidad por encima de todo. El Buen Vivir es un concepto antagónico que valora la complementariedad y convivencia de las personas, que toma en cuenta la vida de las presentes y futuras generaciones.

En la comunidad de Bartola observamos pistas de un camino diferente que inicia con repensar ideas y conceptos que damos por hecho. El principal objetivo del canal es, según los promotores, transformar el comercio global y hacer que Nicaragua se convierta en un centro importante de transporte y logística a nivel mundial. Está claro que las personas, los bienes comunes o el Buen Vivir no son relevantes para esta mega-obra y por ello nos oponemos a su construcción.

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